lunes, 22 de agosto de 2016

#1

  Se habló en clase de lo que nos preocupa como personas, de lo que creemos que es urgente en nuestras vidas. Haciendo una síntesis de todas las volteretas filosóficas (incluyendo lo moral, lo religioso, lo económico, lo político) que podría escribir acerca de esa cuestión, lo que me preocupa es la facilidad que tengo para mirar a otro lado, para ser un inconsciente de manera voluntaria, para apagar la información que me hace sentir incómodo, para patearla hacia adelante. Es algo así como una procrastinación existencial que deja para otro día, para otro año, para otra década, el dar los pasos necesarios para ser la persona que me gustaría ser.


  Esta es la primera obra que realicé teniendo como eje aquella cuestión. No tiene nombre.
  El cabello, parte de nuestro cuerpo altamente estetizada, que diariamente es coloreada, modelada, recortada, atada, aseada, en una búsqueda de belleza o de identidad o de ambas cosas. Una cabeza de cabello. Cabello que no duele, cabello que no siente, cabello que no sangra, cabello que no se pudre. Cabellos que se apropian de cuidados que podrían invertirse en algo o alguien que sí sufre el riesgo de sangrar y a pudrirse si se lo ignora tanto tiempo.
  Anulación intencional de los sentidos. Unos lentes oscuros para alguien que no tiene en sus planes mirar nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario